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La realidad de las ciudades de Ceuta y Melilla es un claro ejemplo de cómo las medidas de gestión migratoria aplicadas por parte de la Unión Europea se centran, cada vez más, en la fortificación y la externalización.
Ambas son el único territorio español – y europeo – en suelo africano, el punto de entrada para personas migrantes que siguen la ruta occidental.